Calderón de la Barca, quien representa la cumbre de las artes escénicas españolas, es uno de los más grandes dramaturgos trágicos a la altura de Sófocles o Eurípides, no solo dominó con maestría los dramas de honor y las obras filosóficas, sino que también realizó comedias de enredo y Las Manos Blancas no Ofenden es una buena prueba de ello.
Se trata de una comedia palatina, cortesana o palaciega, derivada de la comedia de capa y espada. En el planteamiento de la obra encontramos elementos característicos del teatro de la época: enredos entre damas y caballeros con un efecto cómico indudable y un objetivo final totalmente identificable, la consecución del ser amado por medio del matrimonio.
Calderón sitúa Las Manos Blancas no Ofenden en la libertina Milán del siglo XVII. Destaca en la obra el travestismo, tanto las mujeres se disfrazan de hombres como éstos lo hacen de mujeres, algo impensable para la sociedad de la época. La trama fundamental de la obra es de fácil comprensión, no obstante los diálogos en castellano antiguo dificultan en gran medida la comprensión de determinadas etapas de la obra.
La interpretación es otro de los pilares sobre los que gira la obra. El papel de los actores es bueno, aunque resulte complicado destacar en una obra coral unos intérpretes sobre otros, puesto que todos deben estar en situación en aras de una mayor fluidez, siempre destacan los actores principales sobre el resto pero como he dicho anteriormente hay que valorar el conjunto y mi valoración es bastante positiva. Su papel ha sido convincente y mediante la caracterización (vestuario de Lorenzo Caprile) consiguen transportar al espectador al momento histórico que están representado.
A través de una escenografía sencilla que se va modificando especialmente por la luz, ya que los decorados apenas van introduciendo novedades en el transcurso de la obra, los actores van dotando de ritmo a la misma.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico con esta adaptación de la obra de Calderón logra acercar el teatro a todo el público ya que la obra despierta la sonrisa y resulta curioso ver como los dos personajes principales son dos travestidos.
viernes
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